El curador peruano Rodrigo Quijano denuncia en la carta que sigue, maniobras y manipulaciones del grupo de financistas y publicistas que administran el Pabellón del Perú en la Bienal de Venecia y que causaron que se alejara de la participación final en el Pabellón. Quijano ganó por concurso abierto y público, y su proyecto elegido no sólo fue distorsionado por los agentes del grupo empresarial que se adjudica la representación nacional, sino que al hacerlo han desactivado por completo la potencia crítica de la obra del artista Juan Javier Salazar. Difundimos sus argumentos y convocamos a la comunidad artística latinoamericana a pronunciarse ante esta evidencia violenta de la lógica del marketing.
14 de mayo 2017, Buenos Aires
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Aunque desde hace exactamente dos semanas muchos amigos, colegas y artistas sabían de mi renuncia a la comitiva peruana al Pabellón del Perú en la Bienal de Venecia y sus motivaciones, es mejor hacerlas de conocimiento público. Desde el principio, la convocatoria estuvo llena de irregularidades e informalidades y a lo largo del proceso no hicieron sino multiplicarse hasta el resultado final en Venecia. De haber sabido cómo serían las cosas no hubiera presentado nada. Y sin embargo, lo presentí y no sólo desde el momento en que le llamaban “stand” al pabellón. No obstante, la renuncia al rol curatorial mismo es imposible ya a estas alturas porque así está inscrito en la organización de la Bienal desde el mes de febrero y por último lo gané por concurso. Pero así las cosas, anuncié que no viajaría y lo hice por estas razones, entre otras:
1. Porque no tengo la menor intención de legitimar una exhibición que aunque lleva mi firma fue llevada a cabo de manera arbitraria, en contra de mi opinión y sobre todo en contra de la integridad de la obra del artista.
2. Porque, y esta es la razón principal, los gestores de esta operación al inventarse una pieza “basada” en la famosa tela con la que Juan Javier Salazar cubrió y desapareció anticolonialmente el monumento de Pizarro en Lima y convertirla en cortina (!) para cubrir todas las paredes del pabellón (!!), no sólo desactivaron la intención política del artista convirtiéndola en decoración ridícula y autoexotizada, sino que se inventaron una pieza, y eso es falsear la historia y abusar de ella y del artista recientemente fallecido y de quienes siempre admiramos su obra. Para perpetrar ese asunto exigieron recortar a menos de la tercera parte la selección de obra por supuestos motivos económicos, pero no tuvieron el menor empacho en mandar a producir esa tela por varias decenas de miles de dólares. Era obvio: estaban enamorados de su idea
3. Porque cuando ya las cosas estaban a punto de estallar y me dije que al menos quedaría el texto que escribí para el catálogo (a la carrera porque uno diría que una bienal no se hace cada dos años sino no cada dos meses) me enteré que texto y catálogo sólo salían en inglés, completando así la operación de exportación y negación.
4. Porque es evidente que este desenlace exhibe por fin la enorme cantidad de limitaciones y arbitrariedades de un modelo de administración del arte como empresa privada y como otra forma de marketing y de branding. Y que su manejo a manos de banqueros y publicistas nada tiene que ver con el arte, por mucho que lo coleccionen. Y mucho menos con el trabajo disidente del artista de Morales e Inmorales Contratistas Generales, pero finalmente con ninguno.
5. Porque porqué debe la ciudadanía del país soportar estas decisiones privadas de un puñado de inversionistas como si fueran decisiones públicas? Esto del envío privado a Venecia, es sin duda alguna atípico, pero así ya resulta excesivo.Y qué dirían las autoridades culturales del Estado? Claro: cuál Estado, justamente.
6. Porque los gestores de este asunto realmente no saben lo que hacen, pero sí porqué lo hacen y saben lo que quieren, y yo quiero otra cosa.
7. Porque al parecer los responsables de esto no saben ni quieren distinguir el Perú de la marca país Promperú y eso también es falsear la historia y no quiero ser “embajador” de esa marca ni de ninguna otra.
8. Porque me acordé que el jurado que compone la convocatoria está compuesto por representantes de instituciones privadas todas, pero han hecho deliberadamente al margen a la Escuela Nacional de Bellas Artes, y eso suma abandono al abandono y es el signo manifiesto de un desdén mayor por el país de verdad, que no es el decorado en cartón piedra o hecho cortina (!) que venden las agencias promperús y sus demás socios.
9. Porque finalmente ¿qué tengo yo que perder frente a esto? Trabajo evidentemente no será, pues en estos años de precarización del empleo y del rol curatorial entre nosotros, precisamente en plenos años del “boom” artístico que inventaron que existía en el país del boom económico para la élite, nunca lo tuve realmente. Ni tampoco fueron capaces, quienes han venido administrando privadamente no sólo el arte sino el Estado, de crear y ampliar siquiera la red de instituciones nacionales para que ese trabajo especializado que es el trabajo artístico y sus redes de producción perduren, así como tampoco crearon becas, ni fondos de investigación, ni ayuda, ni nada. Esa no la ven. Tanta plata que corrió. Famoso “país del mañana”.
PD: Si llegaron hasta aquí, les agradezco la paciencia. He leído en una nota periodística que mi colaboradora e íntima amiga Rosanna del Solar ha sido indicada como Co-curadora y ponen sus declaraciones debidamente elegidas como para normalizar las cosas. No es así. Al hacerlo intentan legitimar la exhibición y no le hacen ningún favor al nombrarla como co responsable. Rosanna trabajó en equipo conmigo y fue mi asistente curatorial. El trabajo de ella es siempre estupendo tanto como asistente como curadora, y viajó justamente a Venecia no para legitimar lo que han hecho los responsables del envío, si no para ver con sus propios ojos el asunto, corregir una que otra cosa, constatar las múltiples arbitrariedades (dijeron por ejemplo que si era necesario sacar la cortina, la sacaban, pero luego se desdijeron y en general siempre se han hecho los locos) y otros errores y temas in situ. Gracias a ella, y a su testimonio diario por chat y correo, y a su coraje de enfrentarse a las arbitrariedades de los gestores del envío, cosa que de verdad no es nada fácil, es que me reafirmo en mi decisión de no haber viajado y de contarles mi versión al respecto.
Y también de hacerme cargo.
Un abrazo
Rodrigo Quijano

Imágenes de la instalación de Juan Javier Salazar, Lima, 2001.
Juan Javier Salazar Pereira
(Lima, 1955-2016)
Miembro de una generación de artistas peruanos cuya obra se articuló poderosamente a una perspectiva utópica y política del cambio desde fines de la década del 70, Juan Javier Salazar y su obra ocupan desde hace mucho el lugar de un héroe cultural en su país, en diálogo con los signos diversos de la vida nacional.
Juan Javier Salazar, realizó estudios de pintura en la Sociedad Nacional de Bellas Artes de Lisboa, entre 1972 y 1973. Ya de regreso en Lima, en 1976 siguió los estudios de Arquitectura en la Universidad Ricardo Palma de Lima, simultáneamente a los de pintura en la Escuela Nacional de Bellas del Perú, que luego abandonó.
Fue miembro de los históricos colectivos Grupo Paréntesis (1979) y Taller EPS Huayco (1980-81), antes de seguir una fructífera carrera individual. Su participación en numerosas exhibiciones personales y su rol como catalizador de la escena cultural de su ciudad, lo consolidó como una figura influyente en diversas generaciones de artistas. En los últimos años participó internacionalmente en el 7 Festival de Performance de Cali (2008), la Trienal de Chile (2009), la Otra Bienal de Bogotá (2013) y exhibió grupalmente en la Pinacoteca de Sao Paulo (2011) y en el Museo del Banco de la República en Bogotá (2013).