“Perder la forma humana” plantea una imagen de los años ochenta en América Latina que establece un contrapunto entre los efectos de la violencia sobre los cuerpos y las experiencias radicales de libertad y transformación que impugnaron el orden represivo. Cuerpos destrozados/cuerpos mutantes. Entre el terror y la fiesta, los materiales reunidos muestran no sólo las secuelas de la desaparición masiva y la masacre bajo regímenes dictatoriales, estados de sitio y guerras internas, sino también los impulsos colectivos por idear modos de vivir en continua revolución.
La exposición señala la aparición múltiple y simultánea de nuevos modos de hacer arte y política en diferentes puntos de América Latina durante los años ochenta. Se presentan los resultados de una investigación en curso impulsada por la Red Conceptualismos del Sur, que en su primera fase se ha focalizado en algunos episodios del Cono Sur, Brasil y Perú, con la inclusión de casos puntuales de México, Colombia y Cuba. El lapso histórico considerado se inicia en 1973, año del golpe de Estado de Pinochet en Chile, y se extiende hasta 1994, cuando el Zapatismo inaugura un nuevo ciclo de protestas que refunda el activismo a nivel internacional. Ese período se corresponde con la consolidación del neoliberalismo como una nueva hegemonía, el ocaso de los socialismos reales y la crisis de la izquierda tradicional.
La exposición revela la complejidad de este panorama rescatando experiencias que plantearon formas de resistencia a través de soportes precarios como la serigrafía, la performance, el vídeo, la acción poética, el teatro experimental y la arquitectura participativa. Estas prácticas se pueden agrupar en tres núcleos: las políticas visuales impulsadas por movimientos sociales como las Madres de Plaza de Mayo en Argentina y Mujeres por la Vida en Chile; las desobediencias sexuales, que incluyen experiencias de travestismo y corporalidades que impugnan la construcción tradicional de género; y la escena underground que, a través de la música, la fiesta y la ética del “hazlo tú mismo”, construyeron microcomunidades que permitieron recomponer los lazos sociales quebrados por el terror.
Todas estas experiencias llevaron a extraviar la forma humana, tensionando y deformando la concepción humanista de sujeto, y dieron lugar a nuevas subjetividades que pusieron en crisis las formas de existencia conocidas, transformando los modos de entender y hacer política.
Este 25 de octubre inauguramos en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (Madrid) la exposición ‘Perder la Forma Humana. Una imagen sísmica de los años 80 latinoamericanos’, el primer resultado expositivo de un largo proyecto de investigación impulsado por la Red Conceptualismos del Sur en torno a los cruces entre nuevas gramáticas visuales y performativas y formas de acción política, en esa década. Reproducimos la invitación y la nota de prensa. La exposición se puede ver en las salas del MNCARS hasta el 11 de marzo de 2013.
Éramos tan pocos que el borde de los escenarios se hacía permeable y emancipaba a artistas y a espectadores de sus roles acostumbrados. La idea era perder la forma humana en un trance que desarticule las categorías vigentes y provea emociones reveladoras. Carlos «Indio» Solari.
La muestra Perder la forma humana. Una imagen sísmica de los años ochenta en América Latina que ha sido organizada por el Museo Reina Sofía en colaboración con la AECID, y comisariada por la Red Conceptualismos del Sur, presenta una visión de las tensiones entre el arte, la política y el activismo que tuvieron lugar durante los años ochenta en distintos territorios de América Latina. A través de más de seiscientas obras —desde fotografía, vídeos y grabaciones sonoras hasta material gráfico y documental, así como instalaciones y dibujos—, Perder la forma humana elabora una imagen que, aunque no pretende ser panorámica ni representativa, sí invita a repensar una serie de micro-historias y casos de estudio localizados, capaces de permitir al espectador acercarse a una década en Latinoamérica desconocida hasta la fecha. El título de la exposición hace referencia a dos realidades históricas que afectaron a la sociedad de esos países: por un lado la violencia política ejercida por las dictaduras militares, los estadios de sitio y las guerras internas; por otro, las experiencias de libertad nacidas como réplica, escape o subversión ante tal realidad. Los materiales aquí reunidos, en muchos casos, son inéditos, y es que esta es la primera vez que la mayoría de los trabajos expuestos salen a la luz, una ocasión única para adentrarse en una época convulsa, a través de un vasto conjunto de materiales y documentos visuales, escritos y sonoros que dialogan con la encrucijada histórica actual y arrojan sobre el presente la memoria sensible de aquellas experiencias.
ARTE, CUERPO, POLÍTICA
La exposición arranca en 1973, año del golpe militar de Pinochet en Chile. En palabras de los comisarios, “esa fecha simboliza la brutal clausura de una época de expectativas revolucionarias en el continente y el surgimiento de otras gramáticas de acción política”. La muestra se extiende hasta 1994, cuando el Zapatismo inaugura un nuevo ciclo de movilizaciones que refunda el activismo a nivel internacional.
En medio de contextos dictatoriales o fuertemente represivos, así como en los primeros años de transición democrática que vivieron los países latinoamericanos en los años 80, surgieron iniciativas poético-políticas, tanto colectivas como individuales, quegeneraron una serie de prácticas que activaron la esfera pública. Muchas de estas experiencias aparecieron imbricadas con escenas contraculturales: las movidas de rock underground, la disidencia sexual, los grupos de poesía, el teatro experimental, la nueva arquitectura, etc. Otras surgieron a través de los movimientos de derechos humanos como nuevas formas de protesta y demandas en el ámbito público. Además, todas estas iniciativas de resistencia frente a la opresión se caracterizaron por una invención colectiva de nuevos espacios y modos de vida que en muchos casos generaron, desde los márgenes del arte, nuevos territorios simbólicos para el activismo. A grandes rasgos, la trama subterránea que conformaban estas propuestas se caracterizaba por la impronta festiva, la ética del “hazlo tú mismo” y el humor como herramienta crítica; se realizaban en espacios no convencionales, fuera de los circuitos artísticos oficiales y en ellas se cruzaban de un modo novedoso, experimental y disruptivo, arte, cuerpo y política.
A través de la muestra, el espectador podrá descubrir la heterogeneidad de casos incluidos en el proyecto. Episodios y experiencias que van, desde las imágenes registradas por el fotoperiodismo crítico durante las dictaduras militares chilena y argentina, hasta la supervivencia del ritual Arete Guasu en una comunidad aborigen en Paraguay. Desde las acciones de subversión sexual y las performances en los espacios underground de países como Argentina, Brasil, Chile, Perú o México, hasta las estrategias creativas empleadas por los movimientos de derechos humanos en el Cono Sur a la hora de visibilizar a los desaparecidos por el terrorismo de Estado.
Es importante señalar que en esta década de los ochenta existe un vacío tecnológico, previo a la sociedad digital, por lo tanto, la fragilidad desde la que se actúa y se produce es el resultado de una materialidad marginal que se plasma en la serigrafía, la fotocopia y el propio cuerpo. De hecho, el cuerpo es uno de los temas clave de la muestra: “el cuerpo mártir, mesiánico, debe dejar lugar al cuerpo desnudo y danzante. En los ochenta conviven los cuerpos golpeados por la violencia con los cuerpos en éxtasis de la fiesta”, comentan los comisarios.
Si algo caracteriza a esta exposición es la colectividad, ya no sólo en la concepción de la misma (han participado más de 25 investigadores), sino también en la propia representación de la muestra (la mayoría de los autores trabajaban o pertenecían a grupos o colectivos). En la exposición podemos encontrar desde organizaciones políticas tales como Madres de Plaza de Mayo y Mujeres por la vida, hasta colectivos de artistas como 3Nós3, Las Yeguas del Apocalipsis, Taller NN, C.A.Pa.Ta.Co (Colectivo de Arte Participativo – Tarifa Común), Polvo de Gallina Negra, Gang, CADA, Periférico de objetos o artistas como León Ferrari, Néstor Perlongher, Ney Matogrosso, Juan Dávila, Gianni Mestichelli, Paulo Bruscky, Clemente Padín, Sergio Zevallos, Miguel Ángel Rojas, etc
RECORRIDO DE LA MUESTRA
El itinerario de la exposición no es cronológico, se ha organizado basándose en lo que la Red Conceptualismos del Sur ha llamado “afinidades y contagios”.
La muestra arranca con el manifiesto “Hablo por mi diferencia”, del artista chileno Pedro Lemebel, a modo de introducción y preámbulo.
Hacer política con nada
El activismo artístico de los años ochenta en Latinoamérica está marcado por la derrota de los proyectos emancipadores de diversos países de América Latina y por su resistencia a las dictaduras. Muchas de las acciones presentadas en esta sección apelan a visibilizar lo negado, primero por los regímenes dictatoriales y más tarde por los gobiernos democráticos. Por ejemplo, las acciones que llevaron a cabo en Chile y en Argentina la asociación de Mujeres por la Vida y las Madres de Plaza de Mayo proponen una nueva forma de activismo que quedó registrada a través de fotografías. “Con vida los llevaron, con vida los queremos” sería la principal consigna coreada por las Madres durante los años 80. La pieza La conquista de Américarealizada por el grupo Las Yeguas del Apocalipsis, así como distintas acciones del colectivo peruano Taller NN (cuyo nombre alude a la multitud de cuerpos no identificados aparecidos en fosas comunes) o el grupo chileno CADA (Colectivo de Acciones de Arte), son otros de los protagonistas de esta sección.
Territorio de violencia
Esta sala confronta la iconografía de la violencia y la represión que circuló en los medios de prensa, con los intentos de algunos artistas por procesar y poner de manifiesto las secuelas sufridas por la opresión política. Así, conviven imágenes y documentos que muestran el hallazgo de cadáveres o gestos como la autoinmolación de Sebastián Acevedo en Chile, con obras de artistas como la Carpeta Negra del Taller NN donde se registran imágenes de matanzas y violencias extremas en Perú. Por otro lado, el grupo argentino de teatro El Periférico de objetos en la obra El hombre de arenapone de manifiesto aquello que socialmente está oculto y no se ha procesado. Los signos de violencia también aparecen en los dibujos de cadáveres de Alejandro Montoya y en los paneles que registran las fotoperformances de Elías Adasme.
Umbral
En esta sala el espectador escucha la voz del poeta, ensayista y activista argentino Néstor Perlongher recitando el poema Cadáveres. Perlongher reitera, de manera inquietante (con un tono donde se cruzan la violencia y el erotismo), la existencia de cadáveres entre los miles de desaparecidos por las dictaduras.
Territorios de libertad
Tanto los trabajos fotográficos de Gianni Mestichelli, vinculado a la Compañía Argentina de Mimo, como los autorretratos realizados por Sergio Zevallos en Perú, narran episodios de experimentación corporal en contextos de violencia. Mestichelli realiza cientos de fotos de la Compañía (censuradas en esos años por el uso del desnudo integral y colectivo) y Zevallos en sus autoretratos escenifica imágenes de estampas religiosas donde se fusionan el éxtasis místico y la enajenación libidinal.
Overgoze
A principios de los años ochenta el poema-graffiti OV3RGOZE invade como un tatuaje las calles de Río de Janeiro. El poema del colectivo brasileño Gang representa un llamamiento a imaginar nuevas formas de contestación a través de la parodia, la burla y el placer en la esfera pública. En las salas se muestran las distintas publicaciones que el colectivo editó. Además, se exhibe una proyección donde se recogen distintas acciones realizadas por el colectivo Polvo de Gallina Negra, integrado por Maris Bustamante y Mónica Mayer, y la serie el Condón del artista Armando Cristeto.
Delirio permanente
En esta sección se recogen algunas de las acciones llevadas a cabo por tres colectivos que actuaron indistintamente en Argentina y Brasil a finales de los años setenta y principios de los ochenta: el Taller de Investigaciones Teatrales, de Buenos Aires, el grupo de arte experimental Cucaño, de Rosario, y Viajou Sem Passaporte, de São Paulo. A través de sus intervenciones creativas reivindicaron la potencialidad de un arte revolucionario e incluso lanzaron la refundación de un nuevo movimiento surrealista internacional.
Contrainformación
Esta sala exhibe varios capítulos de Teleanálisis, noticiarios clandestinos grabados y distribuidos clandestinamente en cintas VHS en Santiago de Chile entre 1984 y 1989. También se muestra el trabajo de distintos fotorreporteros argentinos y chilenos que, desde múltiples estilos y miradas, permitieron visibilizar aquello que nunca salía a la luz. Algunos usaron la ironía y el humor como estrategias para socavar el poder autoritario, otros se enfrentaron a gases, golpes y prohibiciones. Por último, se incluyen aquí experiencias de “arte correo” como Solidarte e iniciativas internacionalistas como la Agenda 83 publicada por el No Grupo en México.
Letanías profanas
Las performances e instalaciones aquí reunidas, con un alcance menos masivo, trabajaban la cuestión de la violencia política y la desaparición de personas a partir del cuerpo sonoro –la voz– y la referencia insistente a nombres, cifras y números registrados en archivos y dispositivos burocráticos destinados al control de la identidad de las víctimas de la dictadura en distintos países. Los trabajos de artistas como León Ferrari, (se presenta la serie Nosotros no sabíamos, un conjunto de 42 hojas sobre las que el artista pegó, por ambos lados, un collage con recortes de diario) y la performance Por la vida y por la paz del artista uruguayo Clemente Padín, se muestran en esta área.
Arete
Arete es una palabra guaraní que se traduce como “fiesta”. Durante este ritual, que se apropia de una festividad occidental como es el carnaval, para hacer pervivir una tradición autóctona, los chiriguano llevan la máscara de un antepasado o de un animal mítico. Esta máscara no es un disfraz, ni tienen la función de cubrir o disimular las facciones, sino que muestra el verdadero rostro. En esta zona de la exposición se exhibe, a través de un conjunto de fotografías y un vídeo, la lectura antropológica y estética de este ritual que fue realizada por el teórico del arte y antropólogo Ticio Escobar en los años ochenta. Su intención era manifestar la condición de invisibilidad que pesa sobre los pueblos indígenas y su arte.
Abolir la cárcel
En esta sección se agrupan una serie de intervenciones que se realizaron en distintos espacios carcelarios. El grupo Ángeles Negros con su acción Puta o Santarealizada en la cárcel de mujeres de Santiago de Chile y Mapa Teatro, en Colombia, con su puesta en marcha de la obra Horacio con reclusos de la cárcel de Bogotá, son algunos de los ejemplos aquí expuestos.
Desobediencias sexuales
Desde mediados de la década de los setenta, en paralelo a una creciente aparición de las minorías sexuales, una serie de propuestas artísticas situaron el cuerpo sexuado como dispositivo de activación poética y política. Así, en esta zona se exhibe la figuración travesti que realizan artistas como Carlos Leppe, Las Yeguas del Apocalipsis o Sergio Zevallos en Perú. También, se muestran una serie de fotografías, videos, vestidos y máscaras, del intérprete musical, performer y actor, Ney Matogrosso quien marca una posición frontal contra los esquemas sexuales e identitarios vigentes en un ambiente de censura, prejuicio y violencia en Brasil a finales de los años setenta. A su vez, hay piezas que abordan el deseo homosexual, como la serie fotográfica del artista colombiano Miguel Ángel Rojas quien registra situaciones de sexo clandestino entre hombres en teatros de la ciudad de Bogotá, o el cuadro del artista chileno Juan Dávila, El arte es homosexual.
Anarkía
Desde principios de la década de los ochenta, en espacios marginales de ciudades como Buenos Aires, Bahía Blanca, Lima, Santiago de Chile, Ciudad de México y São Paulo, surgen una serie de escenas autogestionadas que mezclan de una forma alternativa la creación, el intercambio y el debate. Estas acciones, también llamadas “underground” o “subterráneas”, contribuyeron a ampliar la noción de lo político. Mezclaban poesía, música amateur, arquitectura participativa, acción gráfica, travestismo, cabaret y teatro independiente, y se caracterizaron por su abierta confrontación con la cultura oficial y el arte comercial. Se reúnen dos de las series fotográficas más significativas de la esfera contracultural en México, Las noches del reventón y Mexipunxs que retrataban escenas, personajes y ambientes donde se mezclaban la fiesta, la música, el pensamiento y las artes no tradicionales. Las acciones realizadas en Perú por el colectivo de arquitectos los Bestias, también tienen cabida en estas salas.
Gabinete de consulta
Para finalizar el recorrido, se ha habilitado un espacio de consulta, realizado a partir de documentos y publicaciones. Se trata de un lugar dinámico, de uso crítico y reflexivo que ha sido concebido para profundizar en algunos episodios presentes en la muestra. Se presenta un archivo digital que reúne cientos de fotos y documentos relacionados con las prácticas creativas desarrolladas por el movimiento de derechos humanos en Argentina. Además, se recogen documentos producidos por el Colectivo Acciones de Arte (CADA), así como un vídeo del artista cubano Glexis Novoa sobre la performance en la década de los ochenta en Cuba. También el espectador podrá disfrutar de una pequeña colección de fanzines, revistas underground brasileñas, argentinas, peruanas y chilenas que versan sobre las escenas p(A)nk de aquellos años.
UN PROYECTO EN COMÚN
Esta exposición es resultado de un proyecto de investigación realizado por la Red Conceptualismos del Sur, iniciativa colectiva surgida en 2007 que reúne a un conjunto de investigadores y artistas dispersos en distintas partes de América Latina y Europa y propone constituirse como una plataforma de pensamiento y acción común que incida sobre las relaciones contemporáneas entre arte y política. La investigación realizada para esta exposición se ha focalizado en el Cono Sur, (Argentina, Chile, Uruguay, Paraguay), Brasil y Perú, con la inclusión de casos puntuales de países como México, Colombia y Cuba en tanto éstos forman parte de un mismo núcleo de problemas o de preguntas.
Los investigadores que han participado en el proyecto han sido: David Gutiérrez Castañeda, Sylvia Suárez, William López, Luisa Fernanda Ordóñez, Halim Badawi (miembros del Taller de Historia Crítica del Arte de Colombia); Emilio Tarazona, Dorota Biczel (Perú); Felipe Rivas, Francisca García, Paulina Varas (Chile); Lía Colombino (Paraguay); Cora Gamarnik, Daniela Lucena, Ana Vidal, Fernando Davis (Argentina); Sol Henaro (México). Roberto Amigo (Argentina) y Rachel Weiss (USA), han sido los interlocutores del proyecto.
CATÁLOGO
Con motivo de la exposición, el Museo Reina Sofía va a editar una publicación que ofrece un recorrido transversal de la muestra. En un glosario, que funciona a modo de “caja de herramientas”, se aglutinan una serie de conceptos que provienen tanto del léxico acuñado en los años ochenta como de la investigación que da lugar a la propia exposición. Además, se recogen textos de los investigadores del proyecto y se incluye un índice donde aparecen todos los artistas y colectivos implicados en la muestra.
ACTIVIDADES PARALELAS
Seminario: Perder la forma humana. Una imagen sísmica de los años ochenta en América Latina
FECHAS: 26 y 27 de octubre, 2012
LUGAR: Edificio Nouvel, Auditorio 200
El seminario tiene entre sus principales objetivos posibilitar la discusión directa con una selección de agentes y artistas mencionados en distintos trabajos presentados en la exposición. Se presenta como una actividad esencial para activar el relato de la misma. Además de representantes de colectivos de la época, asistirán críticos, activistas e investigadores del proyecto con el objetivo de provocar el diálogo y el debate sobre las experiencias afectivas, estéticas y políticas de la cual muchos de los presentes fueron partícipes activos.
Performance
Rastros de El Periférico de Objetos
FECHA: 27 de octubre, 2012
LUGAR: Edificio Nouvel, Auditorio 400
El Museo Reina Sofía, con motivo de la exposición, ha organizado la performance Rastros de El Periférico de Objetos, aludiendo a fragmentos de producciones de la conocida compañía argentina de teatro. Aunque El periférico de Objetos se extinguió en 2007, una de sus fundadoras, Ana Alvarado, ha decidido presentar esta pieza que, además de establecer un diálogo con la muestra Perder la forma humana, ofrece un monólogo donde otorga un rol protagonista a la manipulación de objetos y explora algunas de las cuestiones que siempre han inquietado a la compañía teatral: lo insepulto, lo no resuelto, la desaparición masiva de personas. El Periférico de Objetos fue fundado en 1989 por Daniel Veronese, Ana Alvarado y Emilio García Wehbi, con la idea de hacer del teatro clásico de títeres una dramaturgia capaz de aglutinar gran parte del trauma, miedo e inconsciente colectivo de la dictadura en Argentina.
Reseña crítica «Desobediencia a las convenciones» sobre Perder la Forma Humana
Reproducimos una nota crítica de José María Parreño aparecida hoy en El Cultural en torno a la exposición ‘Perder la Forma Humana’ que se puede ver hasta el 11 de marzo de 2013 en las salas del Museo Reina Sofía de Madrid.
A la entrada de la primera sala había un discreto cartel que advertía que algunas de las imágenes expuestas podían herir la sensibilidad del espectador. Me pregunté si este cartel estaría siempre allí, porque eso es lo que se espera del arte, que perturbe nuestra sensibilidad. Pero cuando una hora después salía de la exposición ya sabía a qué se refería. No, esta no es una exposición como cualquier otra. Realmente, los visitantes se arriesgan a que les cambie el humor, incluso su escala de valores artísticos. Podemos describirla como un recorrido por los modos de hacer arte y política en América Latina en la década de 1980. Un periodo en que las dictaduras se sucedieron: Brasil, Chile, Paraguay, Argentina, Bolivia, Uruguay… lo que dio como resultado la cifra de 400.000 muertos. Pero no puede contabilizarse la humillación, el expolio ni la tortura.
En esas sociedades convulsas y atónitas surgieron las más imprevistas reacciones, de resistencia, de reivindicación, de denuncia. Pura destilación de la sociedad civil, al margen de organizaciones políticas, como las Madres de la Plaza de Mayo en Argentina o las Mujeres por la vida, en Chile. Pero, ¿qué pinta todo esto en un Museo?, se estarán preguntando… Pues es que resulta que a diferencia de lo que está pasando ahora mismo en nuestro país y en muchos otros, los artistas de esos paisitos del Cono Sur se pusieron manos a la obra para, con sus herramientas específicas, hacer frente a un estado de cosas ciertamente intolerable. Y también, por otro lado, una vez que como cultivados espectadores que somos, hemos asimilado las propuestas del arte conceptual y del happening, ¿cómo no encontrar una dimensión artística -aquí el término casi resulta indecoroso- en, precisamente, “la documentación” o el caminar en círculos de las Madres? De esto se trata pues, en la exposición: de ver qué papel desempeñó el arte en situaciones ciertamente extremas como fueron las arriba descritas.
No hace falta ser un especialista, más bien basta con ser un ciudadano común, para detectar enormes diferencias entre lo que encontramos aquí y lo que suele denominarse arte político. Tras recorrer esta exposición, las obras de Hans Haacke o Santiago Sierra, por citar a dos artistas que han hecho de lo político un (o el) tema fundamental de sus obras, nos parecen juegos manieristas, mera salsa picante para un gusto estético estragado.
El activismo artístico tuvo rasgos comunes: uno fue la presencia destacada de colectivos, desde CADA, Colectivo de Acciones de Arte, en Chile, a CAPaTaCo en Argentina o Las yeguas del Apocalipsis en Chile otra vez. Otro fue, también, la precariedad de los medios de producción y distribución: carteles y revistas de pobre manufactura, puro valor de uso y cero valor de cambio. Pero ese cuerpo que pierde la forma humana al que alude el título no es sólo el deformado por el dolor, también es el transformado por la desobediencia a las convenciones sobre el decoro y la sexualidad.
El que muestran las fotografías de Gianni Mestichelli, que parodian orgías pero también pilas de cadáveres. O el del movimiento de Arte Porno brasileño. En pocas ocasiones como ésta el cuerpo desnudo es una tan indudable bandera de vida y libertad. Las últimas salas están dedicadas a lo que podríamos llamar “la escena underground”, propuestas teatrales y cinematográficas cuya carga surrealista era también una forma de luchar contra la realidad. En fin, un abrumador surtido de ejemplos de cómo los recursos del arte pueden contribuir a transformar la sociedad. Lo que logran en la calle, no en las galerías. Y sólo ya como parte de la historia entran en el Museo.
Previous
Next